martes, 3 de julio de 2012

Sexualidad y Diversidad Funcional

Este documento es el resumen de una ponencia sobre "Sexualidad y Diversidad Funcional" realizada en las "II Jornadas de Terapias Técnicas y Cuidados" organizazas por ACAUXI Y Ayuntamiento de Fasnia en Tenerife y en la que ha colaborado el Gabinete Sexológico Edusex con esta intervención.



SEXUALIDAD Y DIVERSIDAD FUNCIONAL
Argelio González Rodríguez*


“Lo más extraordinario del sexo es su diversidad. 
Probablemente no haya dos personas en el mundo 
que tengan exactamente las mismas ideas sobre quién
 o qué es sexualmente atractivo o cuál sería la forma 
más apropiada de consumar esta atracción” 
(Levay, 1995,153)

            
     Diversidad Funcional y Sexualidad, ha sido y es un tema de los más difíciles y cuyo tratamiento encuentra abundantes reticencias. Desconocimiento, miedos, juicios de valor, incertidumbre, escasa empatía, desinterés, etc. Todo ello reforzado por la escasa bibliografía sobre el tema, la parca especialización de los y las profesionales y los insuficientes proyectos específicos de educación sexual en nuestra geografía. Hablar de la sexualidad en las personas con diversidad funcional es un discurso sobre un doble estigma. En nuestra sociedad es tabú, por una parte el sexo, pero también la diversidad funcional. Para entender esta situación, es importante tener presente el tratamiento que ha tenido a lo largo de la historia la discapacidad y la sexualidad.
          En la antigüa Esparta, estaba normalizado el sacrificio de niños y niñas cuando se observaban anormalidades ya que por sus características conquistadoras y bélicas de este pueblo, no permitía miembros considerados “no válidos” ya que se limitaba su fortaleza.

       En los siglos XVII y XVIII a las personas con discapacidad psíquica, se le apartaba de la sociedad y las encerraban en orfanatos, manicomios. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se inicia la institucionalización, de modo específico de las personas con discapacidad psíquica con la idea se separarlas de la sociedad y proteger a las personas consideradas “normales”. La persona con discapacidad es separada, segregada, discriminada. Esta discriminación continúa hasta comienzos del siglo XX por ser considerados como seres perturbados y perturbadores, antisociales y obsesos sexuales.

        A lo largo del siglo XX, las personas con discapacidad todavía son rechazadas, e incluso sacrificadas como en la Segunda Guerra Mundial por la Alemania Nazi de Adolf Hitler. Hoy en día, en pleno S.XXI, las personas con diversidad funcional siguen estando discriminadas y estigmatizadas por la sociedad.

            Si hacemos un recorrido histórico del trato que ha recibido la sexualidad, se puede observar como a partir del surgimiento de la religión judeocristiana, el placer sexual se ha relacionado con lo prohibido, sucio y pecaminoso, contribuyendo a limitar nuestro desarrollo y conocimiento sexual. Mitos y creencias erróneas, como por ejemplo: “si te masturbas mucho te vuelves tonto o tonta” produciendo miedo y culpabilidad en la persona. De hecho, es habitual que muchas personas atribuyan la masturbación de una persona con discapacidad psíquica precisamente a su condición de persona con esa dificultad y no como una persona que simplemente satisface sus necesidades y deseos sexuales.

            Tanto la historia de la Sexualidad como de la Discapacidad han sufrido a lo largo del tiempo una continua estigmatización aún presente en la actualidad.

            Cuando se dice que una persona es “discapacitada” (= no es capaz ) contribuye a afectar a esa persona en su autoestima, en la imagen de sí mismo o misma y, en consecuencia, en su conducta sexual. (López, F.) La segregación de que ordinariamente es objeto dificulta entrar en relación con las demás personas y también, en la capacidad de establecer relaciones sexuales.

            Preguntar por la sexualidad de las personas con diversidad funcional, es preguntar por la sexualidad de unas personas que han sido dañadas en su capacidad de realización y de intercambio sexual, y que lo han sido, no tanto por su déficit en sí, cuanto por la imagen que de ellos y ellas la sociedad tiene. La cultura patriarcal, ha desarrollado una imagen idealizada del hombre y la mujer, donde sólo hay lugar para los hombres y mujeres con salud, con los roles sociales y sexistas atribuidos a unos y otras, físicamente fuertes y jóvenes, intelectualmente bien dotados, laboralmente productivos y por supuesto heterosexuales. Todo lo que se oponga a esta parte de una desventaja y discriminación social: las personas con diversidad funcional, las personas obesas, las personas mayores, gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros o personas intersexuales. Por ejemplo, una máxima la podría sufrir una mujer con diversidad funcional, inmigrante africana, mayor de 60 años y lesbiana.

            En nuestra sociedad la publicidad, las empresas e incluso los gobiernos, cifran buena parte de su éxito en la imagen que proporcionan hombres y mujeres, que tienen que ser jóvenes; guapos y guapas; listos y listas.

            La actitud social que ha sufrido las personas con discapacidad a lo largo de la historia, han limitado su desarrollo como personas con potencialidades y derechos. La discapacidad no está en la persona sino en nuestra sociedad limitante e hipócrita.

       Una persona con discapacidad no está limitada para disfrutar de su sexualidad y no necesariamente presenta un desinterés sobre la sexualidad, pero está expuesta a encontrarse con grandes dificultades para satisfacer ese interés y deseo ya que en la mayoría de las ocasiones dependen de otras personas para relacionarse afectiva y sexualmente.

            Es curioso que hoy en día, tengamos que hablar de unos derechos sexuales específicos para las personas con diversidad funcional. Parece absurdo que se tenga que argumentar técnicamente que las personas con diversidad funcional tengan necesidades que se satisfacen con la sexualidad tal y como argumenta Félix López Sánchez en su libro “Sexo y afecto de personas con Discapacidad”. Y que vivir y disfrutar de la sexualidad contribuyen al desarrollo de la persona a nivel integral o biopsicosocial, siendo un derecho legal y moralmente establecido. Pero lamentablemente, es necesario dado el lastre heredado en nuestra cultura, a pesar de estar recogido en las diferentes legislaciones y declaraciones nacionales e internacionales.

            Lo normal es ser diferente, el placer y la diversidad es un valor. No existen dos tipos de sexualidad, dependiendo si se tiene o no discapacidad, existen tantos tipos de sexualidades como personas. Todos y todas somos iguales y al mismo tiempo diferentes. Iguales porque tenemos los mismos derechos y necesidades, diferentes porque cada uno vivimos la sexualidad a nuestra manera.



*Argelio González Rodríguez

Sexólogo en Edusex

argeliogr@gmail.com 649 285 979

http://argeliosexologo.blogspot.com.es

www.edusex.es