Este documento es el resumen de una ponencia sobre "Sexualidad y Diversidad Funcional" realizada en las "II Jornadas de Terapias Técnicas y Cuidados" organizazas por ACAUXI Y Ayuntamiento de Fasnia en Tenerife y en la que ha colaborado el Gabinete Sexológico Edusex con esta intervención.
SEXUALIDAD Y DIVERSIDAD FUNCIONAL
Argelio González Rodríguez*
“Lo más extraordinario del
sexo es su diversidad.
Probablemente no haya dos personas en el mundo
que tengan exactamente las mismas ideas sobre quién
o qué es sexualmente atractivo o cuál
sería la forma
más apropiada de consumar esta atracción”
(Levay, 1995,153)
Diversidad Funcional y Sexualidad, ha sido y es un tema de los más difíciles y cuyo tratamiento encuentra abundantes reticencias. Desconocimiento, miedos, juicios de valor, incertidumbre, escasa empatía, desinterés, etc. Todo ello reforzado por la escasa bibliografía sobre el tema, la parca especialización de los y las profesionales y los insuficientes proyectos específicos de educación sexual en nuestra geografía. Hablar de la sexualidad en las personas con diversidad funcional es un discurso sobre un doble estigma. En nuestra sociedad es tabú, por una parte el sexo, pero también la diversidad funcional. Para entender esta situación, es importante tener presente el tratamiento que ha tenido a lo largo de la historia la discapacidad y la sexualidad.
En la antigüa Esparta, estaba normalizado el sacrificio de niños y niñas cuando se observaban anormalidades ya que por sus características conquistadoras y bélicas de este pueblo, no permitía miembros considerados “no válidos” ya que se limitaba su fortaleza.
En los
siglos XVII y XVIII a las personas con discapacidad psíquica, se le apartaba de
la sociedad y las encerraban en orfanatos, manicomios. A finales del siglo
XVIII y principios del XIX, se inicia la institucionalización, de modo
específico de las personas con discapacidad psíquica con la idea se separarlas
de la sociedad y proteger a las personas consideradas “normales”. La persona
con discapacidad es separada, segregada, discriminada. Esta discriminación
continúa hasta comienzos del siglo XX por ser considerados como seres
perturbados y perturbadores, antisociales y obsesos sexuales.
A lo largo
del siglo XX, las personas con discapacidad todavía son rechazadas, e incluso
sacrificadas como en la Segunda Guerra Mundial por la Alemania Nazi de Adolf
Hitler. Hoy en día, en pleno S.XXI, las personas con diversidad
funcional siguen estando discriminadas y estigmatizadas por la sociedad.
Si hacemos un recorrido histórico del trato que ha
recibido la sexualidad, se puede observar como a partir del surgimiento de la
religión judeocristiana, el placer sexual se ha relacionado con lo prohibido,
sucio y pecaminoso, contribuyendo a limitar nuestro desarrollo y conocimiento
sexual. Mitos y creencias erróneas, como por ejemplo: “si te masturbas mucho te
vuelves tonto o tonta” produciendo miedo y culpabilidad en la persona. De
hecho, es habitual que muchas personas atribuyan la masturbación de una persona
con discapacidad psíquica precisamente a su condición de persona con esa
dificultad y no como una persona que simplemente satisface sus necesidades y
deseos sexuales.
Tanto la historia de la Sexualidad como de la
Discapacidad han sufrido a lo largo del tiempo una continua estigmatización aún
presente en la actualidad.
Cuando se dice que una persona es “discapacitada” (= no
es capaz ) contribuye a afectar a esa persona en su autoestima, en la imagen de
sí mismo o misma y, en consecuencia, en su conducta sexual. (López, F.) La
segregación de que ordinariamente es objeto dificulta entrar en relación con las
demás personas y también, en la capacidad de establecer relaciones sexuales.
Preguntar por la sexualidad de las personas con
diversidad funcional, es preguntar por la sexualidad de unas personas que han
sido dañadas en su capacidad de realización y de intercambio sexual, y que lo
han sido, no tanto por su déficit en sí, cuanto por la imagen que de ellos y
ellas la sociedad tiene. La cultura patriarcal, ha desarrollado una imagen
idealizada del hombre y la mujer, donde sólo hay lugar para los hombres y
mujeres con salud, con los roles sociales y sexistas atribuidos a unos y otras,
físicamente fuertes y jóvenes, intelectualmente bien dotados, laboralmente
productivos y por supuesto heterosexuales. Todo lo que se oponga a esta parte
de una desventaja y discriminación social: las personas con diversidad
funcional, las personas obesas, las personas mayores, gays, lesbianas,
bisexuales, transgéneros o personas intersexuales. Por ejemplo, una máxima la
podría sufrir una mujer con diversidad funcional, inmigrante africana, mayor de
60 años y lesbiana.
En nuestra sociedad la publicidad, las empresas e incluso
los gobiernos, cifran buena parte de su éxito en la imagen que proporcionan
hombres y mujeres, que tienen que ser jóvenes; guapos y guapas; listos y
listas.
La actitud social que ha sufrido las personas con
discapacidad a lo largo de la historia, han limitado su desarrollo como personas
con potencialidades y derechos. La discapacidad no está en la persona sino en
nuestra sociedad limitante e hipócrita.
Una persona con discapacidad no está limitada para
disfrutar de su sexualidad y no necesariamente presenta un desinterés sobre la
sexualidad, pero está expuesta a encontrarse con grandes dificultades para
satisfacer ese interés y deseo ya que en la mayoría de las ocasiones dependen
de otras personas para relacionarse afectiva y sexualmente.
Es curioso que hoy en día, tengamos que hablar de unos
derechos sexuales específicos para las personas con diversidad funcional.
Parece absurdo que se tenga que argumentar técnicamente que las personas con
diversidad funcional tengan necesidades que se satisfacen con la sexualidad tal
y como argumenta Félix López Sánchez en su libro “Sexo y afecto de personas con
Discapacidad”. Y que vivir y disfrutar de la sexualidad contribuyen al
desarrollo de la persona a nivel integral o biopsicosocial, siendo un derecho
legal y moralmente establecido. Pero lamentablemente, es necesario dado el lastre
heredado en nuestra cultura, a pesar de estar recogido en las diferentes
legislaciones y declaraciones nacionales e internacionales.
Lo normal es ser diferente, el
placer y la diversidad es un valor. No existen dos tipos de sexualidad,
dependiendo si se tiene o no discapacidad, existen tantos tipos de sexualidades
como personas. Todos y todas somos iguales y al mismo tiempo diferentes.
Iguales porque tenemos los mismos derechos y necesidades, diferentes porque
cada uno vivimos la sexualidad a nuestra manera.
*Argelio González Rodríguez
Sexólogo en Edusex
argeliogr@gmail.com 649 285 979
http://argeliosexologo.blogspot.com.es
www.edusex.es